Si el contagio masivo que se produjo en la reducida villa Azul de Avellaneda, donde todo comenzó en la concurrida canchita de fútbol, no se reproduce todos los días en las villas del GBA es de milagro.
Tomemos por ejemplo lo que pasa en Villa Jardín, partido de Lanús : «Acá parece que la gente vive de joda. Se escucha la música fuerte día y noche. Hay asados y locro por todas partes. Pibes compartiendo la botella de cerveza en cualquier esquina. Funcionan tres grandes ollas populares que juntan doscientas o trescientas personas.